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A 40 años del plebiscito de Pinochet


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Usando como base su libro El Fraude (Hueders, 2013), el autor revive aquí el contexto violento, completamente irregular y muy opaco, en el que los chilenos fuimos convocados por Pinochet para votar por la Constitución del 80. Hace exactamente 40 años el dictador apareció en las pantallas vestido de militar e informó que había decidido hacer un plebiscito para resolver un dilema: él o el pasado. “Ha llegado el instante de decidir nuestro futuro, encontrándonos ante dos alternativas: volver paulatinamente pero inexorablemente a la noche de los mil días negros de Chile o tomar la ruta que patrióticamente estamos señalando”, dijo. Tras describir la enorme cantidad de irregularidades que rodearon esa votación, el politólogo concluye: “El engaño fue burdo y por lo mismo, a 40 años de este episodio, conviene volver a revisar la memoria de lo ocurrido para darnos cuenta del modo en que procedió una decisión que nos tiene anclados a nuestro pasado”.

La noche del domingo 10 de agosto de 1980, hace exactamente 40 años, no parecía muy distinta a otros fines de semana en Chile.  Muy pocos automóviles circulaban en las calles y, como era de costumbre, el país se encontraba en estado de emergencia. Carlos Caszely seguía encabezando la tabla de goleadores y Cobreloa, la revelación del torneo ese año, había obtenido un magro empate. El locutor anunciaba los trece ganadores de la Polla Gol que recibirían dos millones de pesos.

De pronto, las transmisiones fueron interrumpidas por una cadena nacional. El general Pinochet apareció ante las pantallas luciendo su tradicional uniforme militar para informar que en un mes más, el 11 de septiembre, se realizaría un plebiscito para dar la oportunidad que la ciudadanía decidiera sobre una nueva Constitución. Para Pinochet el dilema era él o el pasado: “ha llegado el instante de decidir nuestro futuro, encontrándonos ante dos alternativas: volver paulatinamente pero inexorablemente a la noche de los mil días negros de Chile o tomar la ruta que patrióticamente estamos señalando. Declaro enfáticamente a la ciudadanía que el hipotético rechazo del proyecto aprobado por la Junta de Gobierno significaría el retorno a la situación existente en 1973”.

Ya habían pasado casi siete años desde el golpe. Eran días contradictorios. Fue un año donde se mantenía la expansión económica y se inauguraban nuevas construcciones como el edificio Santiago Centro y el Mall Parque Arauco. El régimen había disuelto la DINA hace un par de años y en su reemplazo había creado la CNI para controlar a la oposición. A fines de julio del 80 las fuerzas de seguridad del régimen secuestraron a Eduardo Jara y Cecilia Alzamora, estudiantes de periodismo de la UC. Eduardo fallecería el 2 de agosto luego de ser sometido a intensas torturas. Un día después de la convocatoria a plebiscito, Pinochet le solicitaba la renuncia al director de Investigaciones y al prefecto de la región metropolitana al conocerse que Jara y Alzamora fueron mantenidos en cautiverio en sus dependencias. Pinochet no quería enfrentar un plebiscito con este tipo de denuncias.

Pero volvamos a la cuestión de la Constitución. La Junta Militar venía preparando desde el mismo 1973 un texto en una Comisión que luego le entregó al Consejo de Estado. En aquella cadena nacional, el general Pinochet indic[o sin aspavientos que en este SI o NO a la Constitución se decidirían tres cuestiones: primero, aprobar un nuevo Constitucional que significaría un “nuevo concepto de democracia”; segundo, ratificar su permanencia en el poder por 8 años más “para emprender las tareas de largo plazo que requieren una voluntad firme y sostenida” y, tercero, después de ese tiempo, convocar a un nuevo plebiscito para definir su permanencia por otros ocho años más.

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