Claudio Fuentes – CIPER
“Hoy el escenario electoral es muy distinto. El universo electoral prácticamente se duplicó con el voto obligatorio, por lo que ahora no basta con movilizar en torno a causas que movilizan a un par de millones de electores. Para llegar a la presidencia se requieren sobre 6 millones de votos y el votante que definirá la elección es de clase media-baja, menos ideológico y tiene necesidades materiales muy concretas (precariedad laboral, seguridad social, seguridad pública).
El segundo elemento tiene que ver con el modo en que se organiza el poder alrededor de cada una de las candidaturas—los círculos de poder que rodean a una campaña-. Tohá tiene el desafío de organizar una campaña que recoja las mejores prácticas de los 30 años (capacidad técnica, gradualidad, razonabilidad) pero que al mismo tiempo ofrezca una fresca y necesaria renovación, innovación, y un conjunto de buenas prácticas que animen el devenir político nacional.
A este respecto, el encuadre generacional no resultará muy convincente pues la mayoría de la G-80 crecieron y se desarrollaron a la sombra de las viejas formas de gobernar. De este modo, encontrar un relato distintivo que permita aglutinar a grandes mayorías en el progresismo es quizás la primera urgencia que enfrenta su candidatura. Necesita convencer a socialistas, frenteamplistas, comunistas y (tal vez) democratacristianos de que ella es capaz de encabezar una coalición, sumar generaciones, y articular un nuevo estilo de hacer política. Paradójicamente su desafío será distinguirse del resto por su capacidad de no hacer distinciones, no convertir esta elección en un asunto de lucha de identidades”.
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