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Columna de Claudio Fuentes: El problema de la fragmentación en el sistema político

Claudio Fuentes – CIPER

“Lo primero que se debe hacer es clarificar el efecto que podrían provocar las recomendaciones que se están realizando. Elevar el umbral de electividad sin duda reduciría la cantidad de partidos en la Cámara de Diputados, pero afectaría el vínculo entre estos representantes y el electorado toda vez que los votos obtenidos por aquellas candidaturas que no alcanzan el 5% serían redistribuidos a otras fuerzas políticas. Es evidente que en ese caso se vería afectado el vínculo representante-representado. Por otra parte, establecer la pérdida de escaño por una eventual renuncia al partido ayudaría a evitar la fragmentación pero no necesariamente resolvería el problema de los costos de transacción a los que nos referíamos previamente. La regla está destinada a evitar las renuncias, pero no así el “discolaje” programático tan necesario para ordenar programáticamente la acción de los legisladores”.

“¿Existen algunas acciones inmediatas que podrían implementarse para resolver el problema del clientelismo legislativo? Primero, se podrían elevar los requisitos para la formación de partidos que son extremadamente bajos. Aquello reduciría automáticamente el número de partidos en formación que se han expandido como en una pandemia. Segundo, modificar el esquema de financiamiento del Estado hacia los partidos que en la actualidad permiten generar verdaderas “pymes” electorales.  Tercero, eliminar la posibilidad de que candidaturas independientes puedan presentarse dentro de un pacto electoral de un partido. Con ello se evitaría la proliferación de díscolos participando bajo el paraguas de los partidos. Cuarto, exigir a las candidaturas de partidos e independientes programas de gobierno de modo que la ciudadanía pueda contrastar sus propuestas con la gestión que realiza una vez que son electos.  Curiosamente, hoy no constituye una exigencia el presentar programas de gobierno o un básico esquema de ideas para competir por un cargo en el Congreso.

Se debiese avanzar en un esquema que favorezca partidos programáticos. Las propuestas esbozadas en el proyecto cumplen solo parcialmente con ese objetivo por lo que se requiere complementar aquella propuesta con un conjunto de acciones que promuevan una representación más basada en ideas que en carismas, que estimulen la acción política basada en programas más que en promesas inocuas que se las lleva el viento.  El objetivo de esta reforma debiese centrarse en reducir las condiciones para que se profundice el “clientelismo” legislativo, algo que está sin duda horadando la calidad de la democracia”.


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