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Columna de Claudio Fuentes: El próximo estallido será en la cárcel

Claudio Fuentes – CIPER

“Todas estas experiencias hablan de un patrón común: altos niveles de hacinamiento, control interno de las cárceles por parte de organizaciones criminales, corrupción de las instituciones encargadas del sistema penitenciario y motines y estallidos de violencia en estos recintos, que se proyectan a todo el país. Tal como Pablo Zeballos lo observa en su libro Un Virus entre Sombras (Catalonia, 2024), la mayoría de las estructuras criminales en América Latina han nacido precisamente en recintos penitenciarios. Hoy, asevera Zeballos, las cárceles “no son espacios de confinamiento y control social, pues los han transformado en auténticos centros de comando y control desde donde dirigen y coordinan sus operaciones criminales” (p. 146). Y las condiciones carcelarias descritas son ideales para la reproducción de un esquema de control por parte de grupos criminales.

El debate electoral presidencial, lamentablemente, ha estado centrado en la construcción de cárceles como una “bala de plata” para terminar con la delincuencia. Las cifras que entregamos aquí advierten de un problema mucho más complejo y que requiere abordarse de modo integral. Primero, el plan maestro de construcción y renovación de cárceles no parece ser suficiente para responder a la demanda de plazas por parte del sistema penitenciario. Segundo, se requiere avanzar en el fortalecimiento y reforma profesionalizante de Gendarmería de Chile para proveer una respuesta que atienda las nuevas amenazas que se ciernen en el sistema penitenciario, mejorando las condiciones laborales pero al mismo tiempo generando políticas de anticorrupción. Tercero, se necesita fortalecer el sistema de reinserción social y post-penitenciario para lograr romper la cadena de reproducción de la delincuencia, brindando alternativas concretas a quienes cumplan con una condena. Cuarto, se necesita avanzar en una infraestructura penitenciaria que responda a los desafíos tecnológicos con los que hoy cuenta el crimen organizado al interior de las cárceles.

El actual estado de las cárceles es una bomba de tiempo que podría estallarnos en la cara en muy poco tiempo. Para desactivar esta bomba se requiere ofrecer algo mucho más sofisticado que una simple multiplicación de plazas”.


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