ICSO UDP

Columna del equipo de la Encuesta ICSO UDP: ¿Cómo vivimos hoy la masculinidad y la intimidad en Chile? Cinco perfiles que revelan nuestras tensiones y transformaciones

Gabriel Otero, Macarena Orchard, Pedro Valenzuela, Lidia Casas, Constanza Pérez y Claudio Fuentes – CIPER

El análisis permitió identificar cinco perfiles predominantes de personas adultas en torno a las masculinidades y la intimidad: las Progresistas Igualitaristas (16,3%), las Igualitaristas Moderadas (23,7%), los Neutrales Ambivalentes (23%), los Conservadores Mixtos (20,5%) y los Tradicionalistas Firmes (16,5%).

“Los cinco perfiles identificados a partir de la encuesta revelan que, aunque existen diferencias marcadas entre los grupos —especialmente en temas como derechos sexuales y reproductivos, lenguaje inclusivo, consentimiento y percepción del cambio social— también hay ciertos puntos en común. Por ejemplo, la mayoría valora que los hombres puedan expresar sus emociones, y existe un consenso importante en torno a la importancia del consentimiento explícito, aunque con matices relevantes. Mientras algunos grupos rechazan abiertamente los avances en equidad de género, otros los abrazan con convicción, y algunos se sitúan en un espacio más ambiguo, entre la aceptación parcial y la resistencia silenciosa. Esta diversidad de miradas muestra que no hay una sola manera de ser hombre (ni de pensar lo masculino) en Chile, sino múltiples formas que conviven —y a veces tensionan— en el mismo escenario social.

La masculinidad y la intimidad, tal como emergen en nuestros análisis, no son dimensiones individuales desconectadas del resto de la vida social: están profundamente entrelazadas con nuestras emociones, con nuestras experiencias vitales y también con los imaginarios de lo que debe ser el amor, el cuidado o el poder. Lo interesante es que incluso en aquellos sectores más críticos a los avances en materia de género, aparecen fisuras, tensiones y ciertas dudas. Los discursos que exaltan la fuerza, el silencio o el rol de proveedor no siempre logran apagar la necesidad de afecto, validación o conexión emocional que muchas personas, especialmente los hombres, están empezando a reconocer. En otras palabras, la masculinidad también es un campo donde se está librando una batalla emocional y cultural.

Al igual que ocurre con otras experiencias íntimas, estas emociones —a veces explícitas, otras apenas confesadas— están comenzando a reorganizar nuestras preferencias políticas. Así, las ideas sobre género ya no se expresan solo en marchas o campañas, sino también en cómo se vota, a quién se apoya, o qué futuro se desea. En este contexto, las masculinidades se han vuelto un campo de disputa social que tendrá un impacto cada vez más profundo en los debates sobre derechos, políticas públicas y modelos de convivencia.

En un año marcado por la elección presidencial, esta dimensión no puede quedar fuera del debate público. La encuesta muestra que las actitudes frente a las masculinidades no sólo dividen opiniones, sino que también reflejan proyectos de país en tensión. ¿Queremos una sociedad más igualitaria, donde el consentimiento, el cuidado y la expresión emocional no sean motivo de vergüenza, sino parte del pacto social? ¿O preferimos aferrarnos a roles tradicionales que, al parecer, ya no dan respuesta a las nuevas realidades sociales? Lo masculino también es político. Y reconocerlo puede ser un primer paso para pensar un país más justo para todas las personas”.


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