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El dinero y la fractura de la representación: El caso RD


Medio:

La explicación del diputado Giorgio Jackson sobre las donaciones que hace a su partido para financiar la campaña y actividades de su tienda, muestra que en todos los colectivos el acceso al poder está mediado por el dinero. Así lo argumenta el cientista político Claudio Fuentes para quien esa ligazón de dinero y política ayuda a producir una fractura entre la sociedad y la clase dirigente. Una consecuencia es que hoy no se advierte “ningún movimiento, partido o líder capaz de establecer puentes entre representantes y representados, entre la élite político-económica y el pueblo”.

Chile se encuentra en un momento crítico de su vida republicana. A la emergencia sanitaria que nos tiene en vilo se suma un conflicto social que se venía incubando por más de una década y una crisis del sistema político de representación que gradualmente distanció a gobernantes y gobernados.

Al abandono de amplios sectores de la sociedad respecto del acceso a servicios sociales básicos, se agregan las percepciones de injusticia frente a las desigualdades y de abuso de poder por parte de las élites políticas y económicas. La emergencia social agudiza todavía más estas contradicciones: se hace más evidente la vulnerabilidad del sistema público-estatal, se desconfía radicalmente de los gobernantes y se hacen más patentes los privilegios.

Así, la crisis social y la crisis política se entrelazan y se convierten en causa y efecto de la otra. La crisis social incentiva una protesta en contra del sistema político que no es capaz de responder a demandas históricamente acumuladas. Por su parte, el sistema político o no escucha tales reclamos o sus respuestas no dejan satisfecha a la ciudadanía.

Los actores políticos que intentan sacar ventajas individuales y oportunistas, no hacen más que ofuscar todavía más a una ciudadanía sensible, atenta y menos tolerante respecto de quienes ejercen el poder. Cuando hablamos de crisis de representación, aludimos precisamente a la incapacidad del sistema político tanto de procesar demandas sociales como de “representar” intereses presentes en la sociedad.

En este marco, el ideal de la democracia como la expresión del gobierno “del pueblo, por el pueblo y para el pueblo” (Lincoln, 1863) se transforma en una simple quimera. El pueblo no se siente parte de las decisiones, tampoco se siente que está siendo representado y menos que las decisiones que se toman les favorezcan.

Aunque hoy —por razones obvias— el debate gira en torno a resolver la crisis sanitaria, debemos poner atención a lo que vendrá luego que la pandemia termine (porque algún día acabará).

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