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El ruido del establishment al caer


Medio:

Durante las últimas 24 horas, los peruanos nos hemos aferrado a las calculadoras y no para contabilizar los resultados posibles que nos clasifiquen a un mundial de fútbol. Los peruanos, de uno u otro bando, electores de Pedro Castillo y de Keiko Fujimori, vamos procesando los votos provenientes de las zonas rurales y del extranjero que las autoridades electorales van registrando, así como aguardamos la espera de la resolución de mesas de votación impugnadas. Tamaña ansiedad se debe a que el desenlace electoral del balotaje importa y muchísimo. No estamos ante una elección de dos caras de una misma derecha como en el 2016 (la tecnocrática de Kuezynski y la populista de Fujimori), sino ante una coyuntura decisora. Estamos ante la inminencia de un path-dependence que puede cambiar el futuro del Perú por las próximas décadas. De ganar Fujimori, el modelo de economía de mercado tendrá una nueva oportunidad para (re)legitimarse socialmente y, en el caso de una administración eficiente, seguir dominando la organización de la economía y de la sociedad peruanas. De ganar Castillo, el establishment sucumbirá ante una amenaza real de golpear en sus cimientos: la ansia postergada por la izquierda de una nueva Carta Fundamental.

En Perú, los establishments caen a través de outsiders antisistemas que se imponen en las urnas. Alberto Fujimori en 1990 se trajo abajo la “partidocracia” del siglo XX peruano y, hoy, Pedro Castillo está muy cerca de hacer lo propio con el orden económico y social precisamente forjado durante el gobierno del padre de su competidora. Cuando los peruanos sentimos que no tenemos nada que perder, cedemos atraídos por la tentación del radicalismo y la incertidumbre. Una sociedad informalizada, con un tejido social debilitado por la premura de la sobrevivencia cotidiana, tiene en el voto su principal instrumento para destituir el orden establecido. Pero no para construir otro alternativo.

 


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