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Populismo asintomático


Medio:

Las reacciones psicológicas frente a cualquier pandemia pueden ordenarse en un continuo. En un extremo están aquellos dominados por la indiferencia o la negación, quienes descartan a la enfermedad como amenaza mortal. En el otro extremo están los embargados por la ansiedad y el miedo. Se han tratado de estudiar determinantes psicológicos, sociales y económicos para explicar la variedad de reacciones, y poco se sabe sobre los determinantes políticos de las mismas. Una excepción es un estudio en curso de Shana Gadarian, Sara Goodman y Thomas Pepinsky, quienes han adelantado algunos resultados sobre el efecto de las identidades partidarias (en Estados Unidos) en las actitudes, en el contexto de expansión del Covid-19. Según dicho estudio, los demócratas tienden a ser más receptivos a medidas de previsión en salubridad -incluyendo distanciamiento social- que los republicanos. La división y polarización políticas en Estados Unidos resultan determinantes para entender las diferentes respuestas de tal ciudadanía ante la pandemia.

Las sociedades latinoamericanas también se encuentran divididas políticamente. En algunos casos, esas divisiones se distinguen a través de demarcaciones partidarias y, en otros, solo a través de campos ideológicos tradicionales, que exceden a debilitadas identidades partidistas. El caso chileno grafica este último escenario, pues, a pesar de la pérdida de relevancia de los partidos, subsiste una polarización (entre izquierda y derecha ideológica) que el estallido social ha profundizado. Sin embargo, resulta difícil extrapolar, a partir de estos posicionamientos programáticos, el nivel de acatamiento de los chilenos a las predisposiciones de las autoridades de salud, tal como sí se ha comprobado entre los estadounidenses. Quizás no se trate de divisiones ideológicas tradicionales sino, más bien, de visiones del mundo basadas en ideologías “delgadas”, como el populismo, lo que lleve a las personas a considerar en su real envergadura la amenaza de una pandemia. Ello podría explicar los niveles de apoyo de presidentes ideológicamente tan distantes (en términos de izquierda/derecha) como López Obrador, Trump y Bolsonaro, quienes conectan con sus seguidores con sus improntas populistas.

El populismo como visión moral del mundo, no solo reposa en los líderes políticos, sino también entre los ciudadanos promedio. De hecho, usualmente los niveles de demanda populista son altos -independientemente de la sociedad-, pero se mantienen asintomáticos hasta que la oferta política encaja con ese público cautivo, como sucede en los casos mencionados. Quienes comparten la visión maniquea del mundo en la que las élites son corruptas y el pueblo es el soberano único y siempre bondadoso, tienden a creer en teorías conspirativas. Nada supera al conjuro de las pandemias, por lo cual, también ellas expanden creencias que riñen con criterios científicos y, finalmente, impiden tomar con seriedad las recomendaciones de salubridad. Es este populismo asintomático un propulsor inadvertido del Covid-19 entre nuestros países.

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