ICSO UDP

Trabajadores desprotegidos, mal pagados y sin posibilidad de negociar: abriendo la caja negra de las plataformas digitales en Chile


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Columna escrita por Arturo Arriaga, académico Escuela Comunicaciones y Periodismo UAI; Macarena Bonhomme, investigadora asociada ICSO UDP; Jorge Leyton, estudiante de doctorado en derecho en la University of Bristol; y Francisco Ibáñez, Sociólogo de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

La pandemia del COVID-19 reforzó nuestra relación con las tecnologías digitales y nos forzó a adaptar una serie de hábitos y formas de consumo. En este proceso, las actividades que realizan repartidores/as y trabajadores/as de aplicaciones digitales han adquirido una relevancia fundamental. No solo por consolidar un mercado emergente de oferta de bienes y servicios mediados y organizados por aplicaciones digitales, sino también por dejar al descubierto la necesidad de analizar las condiciones y experiencias laborales de quienes participan en este mercado.

Es escasa la información respecto del alcance y tamaño de la economía de las plataformas en Chile, sus características y las dinámicas laborales de quienes la integran, más allá de ser reconocidos legalmente como “trabajadores independientes”. Si bien existen estimaciones que señalan que son 15.000 los conductores de aplicaciones de reparto y 200.000 conductores en Chile (Fielbaum & Tirachini 2019; Comisión Nacional de la Productividad, 2019), creemos que la cifra real es muchísimo mayor en este contexto de crisis sanitariaSabemos que los/as chilenos/as tienden a trabajar más en plataformas de transporte y de reparto de supermercado, y los/as migrantes tienden a participar mayoritariamente en las plataformas de delivery de restoranes, actividades que se pueden realizar en bicicleta y moto. También sabemos que este mercado laboral es predominantemente masculino, pero que las trabajadoras mujeres se están integrando cada vez más. Se trata en cualquier caso de aspectos muy generales, dado que quienes manejan la información al detalle son las plataformas y aplicaciones que no están sujetas a ningún tipo de fiscalización y/o mecanismos de accountability.

El desconocimiento del mercado a nivel nacional es preocupante, dado que se requiere información para generar mecanismos que lo regulen: ¿Quiénes son? ¿Cuántos? ¿Cómo ha cambiado este número y tipos de trabajadores con el tiempo? Independiente de la escasez de datos, poner el foco en las condiciones y experiencias laborales de quienes realizan labores en la economía de las plataformas es fundamental para pensar el futuro del trabajo, poniendo en el centro la relación entre personas, algoritmos y plataformas digitales.

La promesa de trabajo “independiente”, “flexible” y “colaborativo” y la fantasía de ser “nuestro propio jefe” que promueven estas aplicaciones, plantean una serie de dilemas que requieren nuevas miradas y soluciones para abordar las complejidades del “futuro del trabajo”. En esta columna, presentamos algunos resultados del primer informe de Fairwork Chile, que explora los estándares laborales y desafíos de la economía de las plataformas -también llamada “gig economy”- en nuestro país, con el fin de transparentar las características de este mercado laboral y así imaginar una economía más justa para quienes la integran.

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