ICSO UDP

Ana María Stuven: “El curso de la historia es siempre inesperado”


Medio:

La decadencia de Occidente que profetizó Spengler debe entenderse en el marco del cataclismo que significó la Primera Guerra Mundial para Europa. Es comprensible que en 1918, impactados por la guerra, intelectuales como él hayan pensado que el alma occidental agonizaba porque decaía su cultura. No es extraño que un intelectual como Spengler, proveniente del mundo de las matemáticas, buscara encontrar una causa y un sentido único al curso de los acontecimientos de su época; identificar el Significado, con mayúsculas, de la historia.

Por cierto, el sentido finalista y la idea de decadencia no son nuevos en el universo mental de los historiadores, quienes han reflexionado sobre las causas de la decadencia de Roma, de España, del Imperio británico. No obstante, no es dable pensar que la idea de decadencia siga presente en el sentido espengleriano, pues como concepto, decadencia tiene su propia historicidad y está ligada a las experiencias de los individuos y las sociedades en cada época. También, el mismo concepto de decadencia es polisémico, tanto en su visión cíclica (nacimiento, madurez, muerte) como en la lineal o progresiva.

Hoy día, si bien la idea de decadencia de Occidente está presente, lo hace en un contexto diferente. Siguiendo a Spengler podría pensarse también que el alma occidental decae. Es fácil identificar la presencia de un mundo occidental que pierde su unidad, su organicidad, que está dominado por la tecnociencia y las pulsiones individualistas de felicidad y éxito, que cuestiona la democracia y el Estado-nación. Si Europa fue el lugar donde habitó el alma occidental, impacta la proliferación de movimientos antieuropeos, la crisis de conceptos tradicionales como familia, Iglesia. Sin embargo, me parece que el historiador no debe dejarse atrapar por estas visiones finalistas, sino continuar intentando desenredar la madeja que va tejiendo el ser humano en el tiempo. El curso de la historia es siempre inesperado. Un giro en la pregunta del historiador puede abrir nuevos derroteros, como cuando Gibbon, el autor de “Historia de la Decadencia y Caída del Imperio Romano” escribió que más que preguntarnos por qué cayó, debiéramos sorprendernos de que sobreviviera tanto tiempo.

Leer en El Mercurio

Compartir esta página: