ICSO UDP

Manuel Vicuña viaja al “lejano sur”


Medio:

Dicen que la modernidad es aquella época en la que todo lo que se creía permanente y perenne se esfuma, también que todo documento de civilización es un documento de barbarie. En 1872, el periódico británico The Daily News publicó un artículo en el que celebraba lo maravillosa que era Tierra del Fuego para la cría y comercio de ganado; el único inconveniente que apunta la nota es “la manifiesta necesidad de exterminar a los fueguinos”. Entre la caza de esos hombres y mujeres, niños y adultos, la intromisión en sus costumbres, y las enfermedades propagadas, los europeos y las jóvenes repúblicas de Chile y Argentina lo lograron. Aquel texto lo recoge el historiador Manuel Vicuña, decano de la Facultad de Ciencias Sociales e Historia UDP, en su nuevo libro, que reúne historias de Tierra del Fuego y la Patagonia austral, de los mares, tierras y cielos de ese fin del mundo que hoy son parte de Chile y Argentina.

Recién publicado, el volumen se titula Barridos por el viento (Taurus), y con eso, de algún modo, Vicuña está diciendo barridos por la modernidad, por la civilización y la barbarie. Pasan, entre otras “Historias del Fin del Mundo” (como dice el subtítulo del libro), los viajes del bergantín “Beagle” (el segundo de ellos con Darwina bordo), los prisioneros de Isla Dawson durante la dictadura, Magallanes y el estrecho homónimo, los selk’nam y su relación con las ballenas, las exploraciones de Martin Gusinde, el aviador y documentalista Gunther Plúschow y los primeros vuelos en la zona, las misiones católicas y anglicanas, el exterminio de los selk’nam y otros pueblos, el reinado de estancieros como José Menéndez y Mauricio Brown, las huelgas obreras de las primeras décadas del siglo XX y las matanzas de trabajadores (la mayoría chilotes), la soledad y melancolía de quienes se aventuraron en ese territorio, y las palabras de Lakutai le kipa o Rosa Yagán (recogidas en los años 70 por la periodista Patricia Stambuk), una de las últimas voces de su pueblo.

Continuar leyendo en El Mercurio

Compartir esta página: