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¿Quién le pone la bandera a la canasta?


Medio:

La ansiedad comunicacional de La Moneda nuevamente quedó de manifiesto esta semana, con el anuncio de un plan de alimentación que desató una ola de críticas, prometiendo canastas básicas para 70% de las familias.

El hambre, algo tan olvidado por la élite política y económica de Chile, volvió a la palestra primero con la movilización de vecinos en la comuna de El Bosque, pero luego con las multitudes de vecinos que han atochado los municipios solicitando la entrega de la canasta.

A su vez, los propios alcaldes han cuestionado la marginación de los municipios del programa, exigiendo su coordinación y participación en la entrega de esta ansiada política social.

¿Qué es lo que se juega tras el telón de esta coyuntura?

El problema está entrecruzado por tres cuestiones fundamentales. La primera guarda relación con la función social y política que asumieron los municipios desde las reformas de la dictadura militar en adelante. Tras dicho proceso, los gobiernos locales fueron pensados y dotados de infraestructura -no necesariamente financiera- para convertirse en el brazo con el que el Estado ejecutaría la política social focalizada en clave neoliberal.

Durante la posdictadura, los alcaldes agrupados en su gremio (la AChM), desplegaron una serie de demandas caracterizadas por el reclamo de más recursos y atribuciones para continuar dicha tarea. En ello, avanzaron sostenidamente, al mismo tiempo que, los diversos gobiernos siguieron recurriendo a estos para aplicar la política social focalizada.

Es ese espacio el que reclaman los ediles en la coyuntura actual, en parte porque es uno que habían venido ocupando desde el ciclo dictatorial en adelante, pero también porque poseen la infraestructura necesaria para ello.

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