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¿Totalitarismo político musulmán?


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El viernes 18 de enero Lucía Santa Cruz, conspicua integrante de nuestra conservadora aristocracia, publicó en El Mercurio una columna titulada Ayaan Hirsi Ali. El título de su columna es el nombre de una mujer de origen somalí que vive en Estados Unidos, que antes vivió en Europa y en diversos países, entre ellos Arabia Saudí y Kenia. Hoy es un referente en Occidente por sus libros sobre la actualidad del Islam. Fue refugiada en los Países Bajos y estudió ahí, en su juventud vivó en primera persona el conservadurismo en Etiopía y Arabia Saudí. Enfrentó los estragos de la guerra en su Somalia natal. Además, trabajó con el asesinado cineasta holandés Theo Van Gogh.

En definitiva su biografía es sumamente atractiva, hoy en día trabaja en la prestigiosa universidad de Harvard y está casada con el célebre Niall Ferguson. Con todo eso en mente, me compré hace un tiempo su libro “Reformemos el Islam”. Al poco andar en la lectura desistí de continuar. Así como otros títulos sobre el islam, por ejemplo, “Islam y Modernidad” del esloveno Slavoj Zizek y “Pensar el Islam” del francés Michael Onfray, el libro me pareció una serie interminable de lugares comunes respecto al islam que solo justifican su animadversión. Pensé en su momento, Zizek y Onfray son occidentales, el ejercicio intelectual de escribir sobre algo, que presumo desconocen como el islam, vende porque estamos en una época en que las celebridades como ellos venden cualquier cosa que escriban y el tema del islam está candente por el terrorismo. La asociación entre islam y terrorismo pasó a ser parte del sentido común. Pero Ayaan Hirsi Ali no es europea y ella vivió en carne propia los problemas que aquejan a ciertas sociedades musulmanas. Ahí me di cuenta que ella no es igual a los otros autores referenciados, ella escribe desde su biografía, no desde prejuicios que deben ser justificados por una pirueta editorial. Su alegato es legítimo. 

Sin embargo, el hecho de que ella tenga el nivel de tribuna que tiene es por algo. Hice referencia al sentido común, bueno qué es eso sino el sentir de la clase dominante que a través de la hegemonía sobre los medios hace común su propia ideología. Cuando Lucía Santa Cruz señala que Ayaan fue “perseguida inmisericordemente por desafiar el totalitarismo político musulmán” está expresando claramente un sentido común. Santa Cruz no necesita dar evidencias, ni ser precisa en señalar quien la persigue, ni siquiera necesita explicarnos cómo es que el totalitarismo del que escribió Hannah Arendt ahora es musulmán. Esa sola frase activa una serie de prejuicios que están en el sentido común.

El islam no es una religión homogénea, son unos 1.800 millones en el mundo. Viven en todos los continentes, sin embargo, son mayoría en Asia y África. Tenemos que tener presente que el islam es una religión, por lo tanto, se puede ser de cualquier grupo étnico y al mismo tiempo musulmán, eso es importante de señalar, porque la asociación entre árabe y musulmanes es común, pero el país de mayoría musulmana más poblado del mundo es Indonesia, un país del sudeste asiático, donde muchos occidentales van de turistas a sus paradisíacas playas.

Por otro lado, muchos países musulmanes viven terribles dictaduras, pero ojo que las peores dictaduras del mundo musulmana, y del mundo en general diría, han sido apoyadas por occidente. Pensemos una cosa, los países que uno tiende a asociar al islam están principalmente en Medio Oriente, lo que tiene el Medio Oriente que para su desgracia ha atraído a occidente es el petróleo. Bueno, cuando ha habido intentos de nacionalizar el petróleo occidente ha actuado, por ejemplo en Irán en 1953 derrocando al primer ministro Mosaddeq y dando plenos poderes al dictatorial Shah, que luego sería derrocado en la revolución del 1979.

En definitiva, los países de mayoría musulmana son muy diversas y tienen serios problemas político, pero debemos analizar la historia en profundidad y el rol que le cabe a occidente en eso. Quizá algunos piensen que es el islam el problema, la religión musulmana los tiene en esa condición de enajenados e incivilizados. Bueno si esa es su idea sobre el asunto, solo puedo volver sobre lo dicho, la historia es más compleja y les recomendaría que conozcan a algún musulmán para darse cuenta de su error. Todo fanático, en cualquier orden, es un peligro, los fundamentalistas católicos que conocemos bien en América Latina, no difieren mucho de los fundamentalistas islámicos; hoy sufrimos a los fundamentalistas de mercado, qué duda cabe del daño que hacen. El fundamentalismo no es patrimonio de los musulmanes.

En resumen, Ayaan Hirsi Ali es una mujer valiente y muy interesante, su perspectiva del islam se entiende poniéndola en perspectiva con su biografía. El hecho de que sea tan leída y tenga tanta tribuna me parece que tiene que ver con que el hecho de que algunos quieren justificar sus prejuicios sobre el islam. Le recomendaría a Lucía Santa Cruz que para tener un contrapunto a esa lectura vea lo que ha escrito el eminente John Esposito, profesor de la Universidad de Georgetown que se ha dedicado por décadas a estudiar al islam y la islamofobia. Ojo, la islamofobia no es un mecanismo para impedir la discusión sobre el islam, tengo claro los problemas sociales y políticos de algunas sociedades musulmanas, pero éstos deben ser tratados en su complejidad histórica, sociológica y política con seriedad, no recurriendo a los prejuicios sobre el islam. La islamofobia hoy es como el antisemitismo en el pasado, durante mucho tiempo andaba en el ambiente político europeo, hasta que mataron a millones de judíos. Hoy la extrema derecha es más islamofóbica que antisemita, pero sigue habiendo un antisemitismo terrible al que se debe vigilar.

Escribir sofismas cuasi sofisticados para justificar prejuicios es derechamente irresponsable. Leamos a Ayaan Hisi Ali, ella lo merece, pero si queremos tener una discusión seria sobre el islam que no se base puramente en prejuicios, leamos a otras y otros autores.

Leer en El Dínamo

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